Sobre activismo, autocuidado feminista y armas autónomas

Por Gisela Luján Andrade / Perú por el Desarme

En diciembre de 2023, Perú por el Desarme inauguró su espacio “Charla de Activistas” con una interesante conversación entre Gisela Luján, fundadora de Perú por el Desarme y representante en Perú de Sehlac, y Wanda Muñoz, reconocida consultora internacional, experta en desarme humanitario y miembro de la Red de Investigación Feminista en IA. Esta conversación fue realizada en el marco de las actividades de Perú por el Desarme, en su calidad de miembro de Stop Killer Robots.

Esta conversación en vivo desarrollada de manera orgánica y fluida, abordó temas relacionados con el autocuidado feminista, el activismo en el desarme humanitario, concretamente en el ámbito del activismo en inteligencia artificial y sistemas de armas autónomas.

Wanda Muñoz tuvo la generosidad de compartir con nosotras su vasta experiencia y visión en esta materia, destacando el papel crucial del feminismo en el ámbito del desarme y resaltando los desafíos enfrentados por los activistas tanto en sus vidas profesionales como personales.

Con el objetivo de seguir profundizando en los temas evocados en este diálogo, y a fin de invitar a nuestras lectoras y lectores a continuar con este proceso de reflexión, compartimos a continuación algunas ideas que surgieron a partir de lo compartido por nuestra invitada

1. El feminismo se levanta ante la desigualdad.

El feminismo nos ayuda a identificar injusticias en diversos espacios, incluidos los foros de desarme. También puede otorgarnos las herramientas necesarias para identificar incoherencias, desigualdades, falta de oportunidades para las mujeres y grupos marginados, en las dinámicas y relaciones registradas en espacios macro donde se toman decisiones, que en el caso del proceso de las armas autónomas se expresa en la Convención de Ciertas Armas Convencionales – CCAC (CCW, por sus siglas en ingles) y la Asamblea General de Naciones Unidas. Estas dinámicas no solo restringen la presencia de mujeres y grupos marginados sino también acallan las voces de Estados con menos poderío militar, principalmente, del sur global.

«En la CCW, donde se aborda el tema de los sistemas de armas autónomas, sería muy bueno incorporar aún más el feminismo en los análisis y los discursos, pero también utlizarlo como lente para analizar la dinámica de lo que sucede en ese y otros foros multilaterales.”

“Con la mirada feminista podemos darnos cuenta, por ejemplo, que en dichos espacios es frecuente que se permita a Rusia o Estados Unidos tomar la palabra por 30 minutos, pero “cuando le pasan (la palabra) a la delegada del sur global, a ella sí se le pide ser breve “por cuestiones de tiempo”. Me da coraje. En ello se reflejan las dinámicas de género, y las geopolíticas, refleja qué se valora y qué no.”

(Wanda Muñoz)
2. El feminismo defiende la multiplicidad de voces.

Una perspectiva feminista hace un llamado a construir dinámicas y propuestas más inclusivas y participativas, que propicien la multiplicidad de voces. En nuestro trabajo como activistas, esto se refleja en la necesidad de construir argumentos que representen nuestra diversidad.

“(No se trata de solo utilizar) los argumentos que ya han sido desarrollados por otras personas y organizaciones, sino también buscar nueva argumentación relevante y específica al contexto de nuestra región, porque los argumentos que van a dar en Europa no responden necesariamente a las mismas preocupaciones. Debemos llevar a esos foros lo que nosotros vemos, y nuestras preocupaciones como mujeres, y como mujeres del sur global; y el de otras poblaciones que siguen siendo marginadas. Tenemos que desarrollar nuestros propios análisis y argumentaciones con las que nos identificamos, creando los mensajes que para nosotras son claves. Eso también es parte del trabajo feminista”.»

(Wanda Muñoz)
3. El feminismo busca transformar las imposiciones del patriarcado para responder a la violencia.

El patriarcado ha enseñado a los hombres a resolver conflictos desde la violencia o la confrontación y se les frena a conectar con sus emociones, mientras que, en el caso de las mujeres, se les ha enseñado a actuar desde el silencio. Muestra de esta tendencia es el apogeo de la industria militar y la prevalencia de la salida militar a los conflictos internacionales. Un enfoque feminista en el activismo por el desarme nos invita, a hombres, mujeres y personas de diversas identidades y géneros, a transformar estos patrones y responder proactiva y constructivamente a la violencia.

“(Para el feminismo), el problema no son los hombres, sino el patriarcado, que trae consecuencias negativas, para todas y todos. Es cierto que este sistema ha beneficiado principalmente a los hombres, pero también lo es que les pone limitaciones. Por ejemplo, a ellos no se les enseña a resolver los problemas de forma pacífica y platicando, tampoco se les enseña a conectar con sus emociones. ‘Eso no es de hombres’, suele repetirse. Y si eso lo pones a escalas de los militares, eso contribuye a las guerras.»  

«Lo mismo ocurre con las mujeres. No es que de nacimiento seamos ‘lindas’, ‘bellas’, ‘como una flor’. Lo que pasa es que nos han enseñado, desde chiquitas, que no podemos levantar la voz: ‘No grites, no hables fuerte, no seas grosera, etc.’ Eso te lleva a resolver los conflictos de otras maneras; aunque a veces te lleva también a no saber poner límites y defender derechos. Tenemos que encontrar y forjar nuevas formas de relacionarnos.”

(Wanda Muñoz)
4. La perspectiva feminista en el desarme lucha contra la masculinidad tóxica.

La masculinidad tóxica se expresa en la prevalencia de la militarización para responder a conflictos internacionales. La perspectiva feminista en el desarme contribuye a reconocer que esta tendencia no solo es expresión de un sistema sino también de dinámicas individuales y personales de sus principales promotores.   

“Lo que sucede a nivel personal o en tu familia se refleja en tu comunidad, y obviamente, a escala de cómo se resuelven los conflictos de escala internacional. Si no, ¿por qué los países que tienen armas nucleares sienten que la única forma que se les respete es teniendo armas nucleares? Como lo ha identificado Reaching Critical Will, cuando ha analizado las intervenciones de muchos estados nucleares en foros internacionales, ¿por qué muchos de sus argumentaciones son alrededor de “yo tengo más (armas)”, “las mías son más grandes”, “las mías están más poderosas”. Una se pregunta ¿de qué realmente estamos hablando? El análisis con perspectiva de género te permite revisar esas cosas. Porque lo que está a nivel personal, está también a nivel de Estado, de las relaciones internacionales.”

(Wanda Muñoz)
 5. El feminismo es acción que lucha contra el silencio.  

El feminismo nos inspira a alzar voz cuando estamos frente a una situación injusta, de exclusión o desigualdad, por ser mujer o pertenecer a comunidades racializadas o vulneradas históricamente. Y también nos motiva a hacerlo así sea la única voz disonante.

“Recuerdo haber escuchado alguna vez esta frase: ‘No hay que darles la comodidad de nuestro silencio.’ Y eso guía mucho de lo que hago.”

En todo espacio de diálogo en el que te encuentres (“sea en un chat de mamás o en la CCW”), debes alzar la voz, aunque “creas que tal vez seas la única que va a llevar la contraria (porque) una vez que lo hagas, nunca faltará quien te diga: ‘Tienes razón, gracias, porque me siento representada’. Y entonces, dejas de sentirte sola.”

(Wanda Muñoz)
6. Sin coherencia no hay feminismo que valga.

En el caso del activismo contra las armas autónomas, la inclusión de la perspectiva feminista se hace evidente al destacar el impacto diferenciado de la guerra y, concretamente, del uso militarizado de esta tecnología, en grupos y comunidades sistemáticamente vulneradas, como las mujeres, las infancias, las personas LGBT+, las personas con discapacidad, etc. Pero esta narrativa será insuficiente si en el proceso de su construcción tales grupos y comunidades no tienen una participación. El feminismo puede ayudarnos a no perder de vista este objetivo.

“Puedes estar hablando de la perspectiva de género y el feminismo, pero concretamente, en tu trabajo, ¿cómo lo aplicas? ¿a quién invitaste al panel? ¿a quién le abriste el espacio en una conferencia? Porque si no reflexionas en eso y lo aplicas, estás hablando sin mucho sustento.”

“Puedes decirte: ‘En Ginebra estoy luchando para que se generan espacios donde todos hablemos en igualdad de condiciones, para impulsarnos unos a otros, darnos visibilidad a la lucha de cada quién’. Pero, ¿cómo estamos al interior de nuestra organización o de la red a la que pertenecemos? ¿Ahí se practica realmente la igualdad de condiciones, en la práctica? Este es un ejercicio que debemos hacer como sociedad civil, en todos los espacios que estamos.”

(Wanda Muñoz)
7. El autocuidado feminista nos invita a conectar con nuestras emociones y reconocerlas como motor de nuestro activismo.

En el largo camino del activismo, que requiere de mucha entrega personal, es importante no olvidarnos de nosotras mismas. El autocuidado feminista nos entrega muchas herramientas para evaluar nuestros procesos emocionales internos, identificar y reconocer las emociones que nos llevan a tomar acción y comprometernos con ser agentes de cambio.

“Lo que me llevó al activismo es el coraje ante las injusticias. En este sentido, es importante conectar más con el enojo. Este, y muchas veces la tristeza, son herramientas que nos están enseñando que hay algo mal, que hay sobre todo una injusticia que nos está afectando, o que se perpetuará hacia otras personas, si no hacemos nada.”

(Wanda Muñoz)

8. El autocuidado feminista y nuevas formas para relacionarnos con el activismo.

La oda a la productividad nos inserta el mandato del autosacrificio y de la desconexión con nuestras prioridades. Y esta forma de pensar la hemos trasladado también a nuestra labor de activistas.  Hemos aprendido que ser activista es también sacrificarse: sacrificio de tu tiempo, de tu calidad de vida. Una salida es descubrir el gozo en la entrega por una causa, ¿cómo?, con el cuidado de nosotras mismas, el autoconocimiento de nuestras fortalezas y nuestros límites, así como con la liberación de la culpa.  El autocuidado feminista puede ayudarnos a cambiar formas de relacionarnos con el activismo.

“Desde una perspectiva de autocuidado feminista, antes de iniciar cualquier trabajo, te preguntas: ¿cómo te sientes? ¿cómo amaneciste? ¿qué necesitas hoy para estar bien en lo personal?” 

“Una misma pierde los límites entre su vida personal y profesional, pero es también porque te exigen más. Hay quienes te pueden decir, sin preguntarte cuántas horas llevas trabajndo: “Esta causa es tan importante, ¿cómo es posible que digas que no quieres hacer una intervención?, (o que) no quieres escribir comunicados, o ir a las conferencias, etc. Siento que hay cierta culpabilidad que se quiere hacer sentir a las activistas y que puede caer en la explotación. Y no necesariamente es a propósito, porque quienes ejercen esa violencia laboral también están dentro de esa lógica.”

“No es sano que por dar todo en una conferencia en Ginebra, por ejemplo, durante una semana no hayas consumido verduras, no hayas hecho nada de ejercicio, o no te hayas tomado ni siquiera tu tiempo para respirar en paz un momento (…)  El trabajo que hacemos es fundamental, pero no debe ocurrir a costa de tu propio bienestar, de tu salud mental y física.”

(Wanda Muñoz)

9. Conectar con nuestras emociones para luego transformarlas.

Ser activista desde el autocuidado significa también asumir la responsabilidad de transformar ese enojo, frustración, indignación que nos llevaron a comprometernos con una causa, en el gozo de la acción.

“En su libro, ‘Pleasure of activism’, adrienne mary brown nos dice que hay que acercarnos a nuestros trabajos desde un lugar de gozo (…) Sentir gozo cuando me levanto, porque sé que ese día voy a participar en un espacio importante y denunciar una injusticia.”

Pero, para lograrlo, “tienes que haber tenido ese trabajo de autocuidado: valorar tu trabajo, felicitarte por lo que hiciste, compartir tus logros; o ver cómo la amiga que utilizó ese espacio porque se lo cediste, ella brilló, porque tú abriste ese espacio para ella y otras personas.”

“Sería mucho más efectiva nuestra incidencia si trabajáramos de esa manera, y nosotras seríamos también mucho más felices. Hay mucho que hacer, pero por lo menos ahora hay más marcos de referencia que no había hace 15 años.”  

(Wanda Muñoz)

Ideas finales

En nuestra labor de activistas, es fundamental no olvidarnos de nosotras mismas. El autocuidado feminista nos da herramientas para ser conscientes de que requerimos priorizar nuestro bienestar. Solo desde ahí, podremos ser realmente eficientes. El feminismo nos ayuda a reconocer el valor de nuestras emociones, para comprometernos con una causa, mantenernos en ella y lograr el cambio que esperamos. 
Ser feminista es también ser coherentes, con la propuesta que construimos, el argumento que cuestionamos y la acción que emprendemos. En el ámbito del desarme y el activismo por la prohibición de las armas autónomas, esta coherencia debería evidenciarse no solo en el trabajo intelectual, académico o estratégico que sustenta muchas de las propuestas y argumentos de incidencia, sino también en las decisiones y acciones tomadas: si buscamos participación y equidad, también debemos poner en práctica cambios en concreto.
En este sentido, la perspectiva feminista nos ayuda a construir de forma colectiva una mirada crítica del orden patriarcal en todos los niveles, y también nos invita a reconocer en nuestras emociones el motor y sustento de nuestra acción. Y en esa conexión, encontrar una fuerza que debemos promover y expandir, para invitarnos a manifestar nuevas formas de activismo, desde el autocuidado, el gozo, la coherencia, finalmente, desde nuestra humanidad.


  

1 comentario en “Sobre activismo, autocuidado feminista y armas autónomas”

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